El hombre primitivo observaría que troncos de embarcación de árboles flotaban sobre las aguas y se desplazaban siguiendo las corrientes. Posteriormente observó que el hacerle un vaciado de la madera podía aumentar los objetos a trasladar, así como observó que aplicando la fuerza de sus brazos podía conseguir el dominio de su rumbo y más tarde consiguió aplicando un artificio hallado en la naturaleza que le rodeaba, sustituyó a la fuerza de sus brazos. Así el hombre podía ir más rápido y esquivar mejor los obstáculos.
Troncos de embarcación
Cristina Plumed Gimeno
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