En 1942, los ingleses deciden emplear la temible ruta del Ártico para hacer llegar suministros y armas a los soviéticos, que tenían que frenar a Hitler. Dado el control alemán de las rutas terrestres, a los buques de la Royal Navy no les quedó más remedio que hacer uso de la ruta del norte. 85 barcos mercantes, 16 buques de la Royal Navy y más de 3.000 británicos se perdieron.
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